En primer lugar, agradezco que hayan pensado en mi para dar las gracias en nombre de todos los galardonados con la más alta distinción de Departamento. Pienso que quizá es porque me dedico a la calidad de la atención y la calidad es el rasgo común entre todos nosotros. Más allá de las definiciones técnica, según la sabiduría popular calidad quiere decir “hacerlo bien”, “que sea bueno” y yo creo que las instituciones y personas hoy galardonadas tienen como característica común haberlo hecho bien.

Permitidme que cite un galardonado en particular: el Dr. Joaquim Ramis. El Dr. Ramis ha sido un ejemplo de compromiso hacia los niños y sus familias, pero también con Cataluña y su sistema de salud. Todos los demás representamos diferentes ámbitos de este sistema que se complementan formando un mosaico con un bello paisaje.

Para mí es importante que este galardón me llegue cuando se celebran cincuenta años de la publicación del famoso artículo del Profesor Donabedian, padre de la calidad en los sistemas de salud, que clasificaba los métodos de calidad en estructura, proceso y resultado. El Profesor Donabedian nació en Beirut, hijo de una madre refugiada, que atravesó el desierto huyendo del genocidio armenio, donde murió un millón de personas. Ya mayor, emigró a Estados Unidos por los problemas que vivía Jerusalén después de la segunda Guerra Mundial. Hoy quisiera recordar a mis amigos en Siria, en Egipto y en toda la región, y aquellos que han tenido que huir y que quizás no encontrarán la acogida que el Profesor Donabedian encontró para convertirse en uno de los grandes de la salud pública.

También hace muchos años, por lo menos más de treinta y en algunos casos hasta ciento cincuenta, que los que hoy estamos aquí para recibir este galardón hemos trabajado para construir un mejor sistema de salud, un mejor país y, de alguna manera, una sociedad mejor. Cuando al final de su vida al Profesor Donabedian le preguntaron cuál era el secreto de la calidad contestó que era el amor: el amor al conocimiento, el amor a las personas. Hoy yo lo complementaría diciendo que el secreto de la calidad es el amor a las personas, sobre todo a las más vulnerables, así como el entusiasmo para alcanzar los retos y disfrutar con el trabajo del día a día.

Nosotros hemos tenido la suerte de poder contribuir, con nuestro trabajo diario, a mejorar nuestro sistema de salud. Todos tenemos historias de cuando empezamos. En mi caso, recuerdo bien los esfuerzos para ayudar a disminuir la variabilidad del tratamiento del cáncer de mama, cuando las pacientes se trataban según el criterio del jefe de servicio del hospital donde ingresaban. Hoy en día, el trabajo de los oncólogos, utilizando protocolos basados en la evidencia, los sistemas de seguridad de la atención, el apoyo psicológico y social y las innovaciones de la investigación han permitido mejorar la supervivencia y la calidad de vida de forma espectacular. Hemos aprendido, pues, que sólo podemos hacer pocas cosas y que sin el trabajo en equipo que incluya la atención de salud, la social y la búsqueda no podremos construir el futuro del sistema de salud.

No puedo terminar esta intervención, y me disculparán la deformación profesional, ya que provengo del mundo de la calidad y de la mejora continua, sin mencionar todo lo que queda por hacer. No podemos caer en la autocomplacencia. En todos nuestros campos hay grandes retos. En primer lugar, tenemos el deber de mantener lo que hemos conseguido: un buen sistema de salud gratuito para todos. El futuro nos lleva a un cambio de paradigma que incluye la co-creación con los pacientes de un modelo de atención integrada centrado en las necesidades sociales y de salud de las personas y en la salud de la comunidad. Necesitamos conseguir, además, que sea sostenible y que los nuevos profesionales puedan encontrar su lugar y desarrollar su entusiasmo.

Ninguno de los que hoy estamos aquí venimos solos. Nos acompañan nuestras familias y amigos. También, en la distancia, todos aquellos con los que hemos trabajado, de aquí y de fuera, y nuestros maestros, que hoy comparten este reconocimiento. Por suerte, muchas compañeras y compañeros más jóvenes nos vienen detrás y hacen buenos los versos del poema de Navidad de Foix:
“Nada se acaba y todo empieza, vienen mecánicos de repuesto con aceites nuevos de libertad.”

¡Muchas gracias en de nuevo en nombre de todos los galardonados!